3er. / 3th. / FIXION Fest

Goethe Institut.
Retrospectiva de cine expresionista alemán. Entrada liberada.
Todas las proyecciones son en 16 mm.

Geheimnisse Einer Seele (Secretos de un Alma)
Georg Wilhelm Pabst. 1926, 76 min., Alemania, muda, B/N. Con: Werner Krauss, Ruth Weyher, Ilka Grüning, Jack Trevor, Pawel Pawloof.

Un matrimonio de lo más normal. Él (Werner Krauss), bioquímico, se afeita a diario, lee antes de acostarse y adora a su esposa. Ella (Ruth Weyher), mucho menor que él, aparece un día con un regalito: una estatuilla oriental y unas postales que envía su primo (Jack Trevor), un aventurero que regresa de una expedición a Sumatra. Una mañana la vecina de enfrente grita pidiendo auxilio. Una mujer ha sido acuchillada y muerta. El matrimonio se entera del caso a través del periódico o bien por algún chisme barrial. La vida sigue y si bien nada cambió para la pareja, un engranaje íntimo ha girado en la mente del marido. Por la noche sufre una atroz pesadilla en que se ve a si mismo asesinando a su mujer. Sentimientos de culpa -tal vez por no haber tenido hijos- y los más primitivos celos asaltan su espíritu: ya nada será igual. A la mañana siguiente el sueño ha dejado secuela: no se atreve a afeitarse por temor a la navaja ni a tomar en su mano el estilete para abrir la correspondencia. El problema surge de noche cuando el protagonista se ve asaltado por la pulsión a degollar a su esposa. La solución del caso estará en manos de un médico (Pawel Pawloff) que propone realizar un tratamiento de “psicoanálisis”, que implica alejar al marido de la casa durante unos meses hasta lograr su curación. ¿Logrará desentrañar el misterio del alma a través del significado de los sueños y de sus traumas? La trama y los conceptos psicológicos pueden pecar de simplistas e ingenuos pero, por comparación, son más maduros que muchos films norteamericanos de la Posguerra cuando se dio el boom del psicoanálisis. La mano maestra de Pabst nos obsequia secuencias oníricas de clima denso y por momentos asfixiante, respaldadas por las actuaciones contenidas de los protagonistas -inusual en el cine mudo- y una batería de recursos visuales que aún sigue siendo efectiva como atracción hacia el abismo insondable de los sueños. Sin el legado expresionista pero doblando la arquitectura rígida; sin el lirismo de un Murnau ni la ciencia de un Lang pero logrando un cierto “lirismo-científico”; sin la tendencia a rellenar o pintar la pantalla de luz o claroscuros pero imprimiendo volumen y fantasmagórico relieve a los objetos reales que pueblan un sueño, Pabst logra elevar un film menor y convertirlo en una pequeña gema de visión imperecedera. (Darío Lavia).

Nosferatu: Eine Symphonie Des Grauens (Nosferatu: Una Sinfonía de Horror)

F.W. Murnau. 1922, 66 min., Alemania, muda, B/N. Con: Max Schreck, Gustav von Wangenheim, Greta Schröder, Alexander Granach, Georg H. Schnell, Ruth Landshoff.
La película será proyectada en su versión tinteada, muy pocas veces vista. Entretítulos en alemán e inglés. Musicalizada en vivo por Merkén.

Aunque haya habido alguna aproximación anterior, se suele considerar al Nosferatu de Murnau como el primer Drácula del cine, por más que, a raíz de una cuestión de derechos de autor lleve otro nombre. La historia es el mismo esqueleto de la novela de Bram Stoker pero con ciertos giros y cambios de personajes que la hace bastante original. Bremen, 1838 (o la Inglaterra Victoriana); el incauto Knock (o Harker) intenta un negocio inmobiliario con el Conde Orlok (o Drácula), que es en realidad un vampiro que se alimenta de sangre humana. Orlok queda cautivado con la belleza de Ellen (o Mina) y trata de vampirizarla hasta que aparece el Profesor Bulwer (John Gottowt) para evitarlo. Será una larga función de escenas que se repetirán eternamente en cientos de filmes posteriores, pero con la salvedad de que éstas son las originales, de las que todas las demás abrevaron. Un par de ojos monstruosos brillan ante una herida, la atracción hacia la curva de un cuello femenino, la sensación de permanente fantasmagoria, un espectro se yergue como autómata desde un féretro, una carreta es conducida por un zombie y siguen los momentos. El film plantea algunos hallazgos estéticos y un interrogante ético. Estéticos porque Murnau viola algunos principios del expresionismo rodando la mayor parte del film al aire libre, fuera de estudios, pero obteniendo resultados cabalmente expresionistas en virtud de montaje e ingeniosos efectos de cámara y extrayendo naturalidad de lo antinatural y antinaturalidad de los escenarios naturales. Recordemos el efecto acelerado de “vuelta de manivela” aplicado al vampiro apilando ataúdes o el aspecto espectral del bosque obtenido por intercalado de film negativo. Por último, Nosferatu brinda todo un tema de discusión que aquí no abordaremos para evitar el riesgo de apologizar el delito pero, teniendo en cuenta el hecho que Murnau se vio obligado por ley a destruir su film (no había abonado derechos intelectuales a la viuda de Stoker) y que, de no haber conservando alguna copia, hoy no podríamos verla en ningún formato: ¿hasta que punto la propiedad intelectual perjudica y tara aquello que pretende proteger? (Dario Lavia).

Merkén comenta su participación:
Merken presenta material nuevo, para musicalizar Nosferatu, a pesar de que no es la misma propuesta que vemos en los bares, de un rock ruidoso y estridente, es otra faceta, netamente para un soundtrack que no deja de ser interesante, y además aseguramos que dejaremos entrever obviamente la esencia concreta de la banda y probablemente se dé una pequeña muestra del material habitual.

Faust: Eine Deutsche Volkssage (Fausto: Una Leyenda Alemana)
F.W. Murnau. 1926, 92 min., Alemania, muda, B/N. Con: Gösta Ekman, Emil Jannings, Camilla Horn, Frida Richard, William Dieterle.
La película será proyectada en la versión muda. Entretítulos en alemán e inglés.

No solo de la monumental obra de Goethe se nutre wsta versión fílmica, sino de Christopher Marlowe y de piezas del folklore alemán. El viejo Fausto (Gosta Ekman) vende su alma al diablo (Emil Jannings, en una interpretación antológica de soberbia expresividad) a cambio de juventud y placeres carnales. Fausto recorre distintos lugares y se cansa de todo y todos. Hasta que se enamora de la bella Margarita (Camilla Horn) a quien, sin embargo, le acarrea la tragedia de perder a su madre y hermano. El director F. W. Murnau consigue desde los primeros fotogramas hasta el fin, una obra maestra absoluta, con la particularidad que cada escena, tomada por separado, tiene tanto valor artístico como la obra completa. Desde la fotografía al diseño artístico, pasando por el montaje, las actuaciones, la manera de plantear la trama (como una apuesta entre un ángel y el diablo) y hasta el propio celuloide en que fue filmada, todos los elementos se unen en un súmmum armónico que podríamos interpretar como un sueño hecho realidad o, más bien, una realidad hecha fantasía. Si es posible concebir la visualización de una fantasía más allá de imaginación y la mente del Ser Humano, esta se vería como el Fausto de Murnau, film que, lamentablemente, no obtuvo el menor éxito en su momento, a pesar que la inversión mayúscula (la UFA dotó a Murnau de medios materiales ilimitados). La inicial aparición de Jannings como ángel caído hace decir a Lotte Eisner que “ningún director, ni siquiera Lang, pudo hacer surgir tan magistralmente lo sobrenatural en pleno estudio”. Una multiplicidad de fuentes pictóricas clásicas y el infinito abanico de recursos plásticos que Murnau pulió de su film previo TARTÜFF (Tartufo-1925) se combinan en un relato fantástico, sazonado con magistral ritmo y fluidez de cámara, logrando pasajes memorables como el viejo Fausto en su laboratorio, el paneo aéreo de Mefistófeles sobre la ciudad medieval, la secuencia de los apestados, Margarita en la estaca… (Darío Lavia)

Das Cabinet Des Dr. Caligari (El Gabinete del Dr. Caligari)
Robert Wiene. 1920, 76 min., Alemania, muda, B/N. Con: Werner Krauss, Conrad Veidt, Friedrich Feher, Lil Dagover, Hans Heinrich von Twardowski, Rudolf Lettinger.
Entretítulos en alemán e inglés. Musicalizada en vivo por Geofrontiers.

Caligari narra la historia de un paciente de manicomio (Friedrich Feher), cuya locura hace al espectador tener una difusa visión de la realidad (traducida en decorados retorcidos y doblados hasta niveles absurdos, sombras pintadas y tejados con vértices ásperos), pero también es una parábola en la que algunos ven lo que posteriormente sería el nazismo dominando al pueblo alemán. La historia sigue las andanzas de Francis y Alan (Hans Von Twardowsky), dos amigos que visitan la feria donde una de las principales atracciones es Cesare (Conrad Veidt), un hombre que ha estado dormido durante 25 años. Cesare es exhibido en el Gabinete del Dr. Caligari (Werner Krauss) que ordena a su durmiente cometer varios crímenes en uno de los cuales el propio Alan es la víctima. Cesare intenta secuestrar a la bella Jane (Lil Dagover), así que Francis se propone desenmascarar al falso pregonero, descubriéndolo como jefe de un asilo para dementes, obsesionado por demostrar si los sonámbulos son capaces de matar. Desde el punto de vista artístico, Caligari posee varios elementos visuales propios del expresionismo y un importante manejo de la fotografía, siempre para los rangos de la época. En lo narrativo y temático, no se puede separar que la crisis que atravesaba Alemania en 1919 podía tentar algún tipo de parábola en la que se pueda identificar al Cesare dormido como al pueblo alemán llevado a la Guerra bajo la batuta mística del Kaiser y al director del manicomio obsesionado por revivir en sí mismo al Caligari mítico, como un Kaiser persiguiendo el sueño del Reich. Que, por analogía, se pueda reemplazar al Kaiser con Hitler, para identificar así al nefasto hipnotista con el nazismo (salvaguardando así lo que pregonan la mayoría de los teóricos y libros de texto), es también, un triunfo del propio Caligari, en su afán de hacernos ver cosas que no son y ocultar la que son. (Darío Lavia).

Geofrontiers comenta su participación:
Ensamble de cuerdas, percusión y electrónica haciendo alusión a trabajos de compositores contemporáneos doctos tales como Yan Maresz y Karlheinz Stockhausen o populares como el grupo Fantömas y Pink Floyd en sus épocas tempranas.